Jacques Tati, una irónica mirada a la vida moderna

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A Contracorriente Films edita en formato Blu‒Ray la filmografía completa y restaurada de Jacques Tati (1907‒1982) compuesta por tan solo seis largometrajes y seis cortometrajes. Una excusa idónea para revisar o descubrir, según los ojos de quien miren, la tan exigua como excepcional obra de un cineasta único que a día de hoy sigue manteniendo intacta su vigencia.

Según cuentan algunos testimonios, a Emmanuel Tatischeff se le aguó la velada en la que descubrió a su hijo haciendo pantomimas en el escenario del restaurante al que había acudido a cenar. El furibundo progenitor tampoco sabía que desde hacía bastante tiempo su vástago no sólo realizaba imitaciones en los vestuarios cuando jugaba al rugby en el equipo Rancing Club de Paris entre 1928 y 1934, sino que se había ido labrando una sólida experiencia teatral con actuaciones humorísticas en pequeños locales. Aquel día los deseos paternos de que el joven continuase con el negocio familiar se vinieron abajo y el suceso le supuso, tras una monumental bronca, su correspondiente expulsión del domicilio familiar. Hechos que llevaron al joven Jacques Tati -en aquella época ya se había acortado el apellido para sus espectáculos- a una independencia forzosa, no sin dificultades económicas, iniciando lo que sería más tarde una exitosa carrera en el mundo de las variedades.

Pero lo que el contrariado patriarca no llegó a imaginar en aquel momento es que su hijo se convertiría en el futuro en una figura icónica, y no solo del cine francés, con tan solo seis películas. El joven Tati, además, fue un artista autodidacta, pues ni tuvo formación teatral como tampoco pasó por escuela de cine alguna. Su experiencia con la cámara se reducía a cuatro cortometrajes como intérprete ‒Se busca contrincante (On demande une brute, Charles Barrois, 1934), Domingo alegre (Gai dimanche, Jacques Berr, 1935), Cuida tu izquierda (Soigne ton gauche, René Clement, 1936) y Escuela de carteros (L´école des facteurs, 1947) que supuso al mismo tiempo su debut tras la cámara (todos ellos títulos presentes en la edición)‒, y un par de papeles secundarios en dos filmes de Claude AuntLaraSilvia y el fantasma (Sylvie et le fantôme, 1946) y El diablo en el cuerpo (Le diable au corps, 1946)-, cuando comenzó el rodaje de su primera película, Día de fiesta (Jour de fête, 1949). Un film que ya ponía de manifiesto su enorme talento visual y un gran dominio de la puesta en escena y del lenguaje cinematográfico que le acabarían elevando a la categoría de autor de culto.

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Día de fiesta (Jour de fête, 1949)

Salvo los roles que abrieron y cerraron su filmografía, el del cartero François en la citada Día de Fiesta, única película de Tati que transcurre en un entorno rural, y el de Monsieur Loyal enZafarrancho en el circo (Parade, 1973), su último film, los otros cuatro títulos restantes los protagonizaría bajo la piel de ese personaje salido de su imaginación que respondía al nombre de Monsieur Hulot. Un hombre espigado, embutido en una sempiterna gabardina y cuya inconfundible fisonomía se completaba con una incombustible pipa permanentemente insertada en su boca y unos pantalones que terminaban por encima de los tobillos dejando a la vista sus perennes calcetines a rayas. Excéntrico, un tanto bohemio y aparentemente inofensivo, Hulot viene a ser el elemento subversivo que altera el orden preestablecido de una comunidad, como sucede en Las vacaciones del señor Hulot (Les vacances de Monsieur Hulot, 1953), film en el que aparece su figura por primera vez y cuya presencia tambalea la tranquilidad estival de un pueblecito costero. En otras palabras, una cáustica parábola en la que Tati se burla sutilmente de la rigidez y los convencionalismos de una sociedad atrapada en sus propias normas.

Pero Hulot también es en cierta manera un ser inadaptado ya que se resiste a los cambios tecnológicos, aunque en ciertos momentos se deje llevar por la curiosidad que estos le generan. Situaciones que aprovecha el cineasta para trazar una aguda y corrosiva crítica contra los diversos aspectos de la sociedad moderna: desde el progreso mismo hasta los “nocivos” efectos que causa en el ser humano. Es decir, el mundo de las apariencias, en el que vive el pomposo matrimonio burgués propietario de una sofisticada casa de diseño dotada con innovadores avances técnicos en Mi tío (Mon oncle, 1958). Fútil fachada tras la que se ocultan inconscientemente unos cónyuges sumidos en la insatisfacción y el aburrimiento e incapaces de comunicarse incluso con su propio hijo menor de edad. De hecho, la secuencia de la visita de un grupo de amigos del matrimonio es un mordaz tratado sobre la frivolidad, el esnobismo y el fingimiento.

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Las vacaciones del señor Hulot (Les vacances de Monsieur Hulot, 1953)

Actitudes que el director francés vuelve a retratar satíricamente en ese escaparate sobre la sandez humana que es Playtime (1967), donde las paredes acristaladas, tanto de oficinas como de viviendas, permiten a Tati dibujar un lúcido fresco sobre la superficialidad que envuelve a la sociedad actual. Mosaico a su vez plagado de incisivos detalles como, por ejemplo, ese grupo de turistas cuyo viaje a París se limita a un recorrido por ese distrito moderno donde se desarrolla la película. Vacuidad que el cineasta lleva mucho más lejos a través de la metáfora: los monumentos más representativos de la capital son simples reflejos en los cristales de las puertas o ventanas de los edificios que visitan con asombro dichos viajeros. Espíritu que desprende Trafic (1971), su siguiente trabajo y última aparición de Hulot en el celuloide, y en el que el cineasta esboza una nueva alegoría sobre el hombre atrapado por sus propios inventos, sólo que ésta vez, el escenario es el mundo del automóvil. Dos radiografías que, a pesar de los años transcurridos desde sus respectivos rodajes, no han perdido hoy un ápice de actualidad.

Un universo que Tati crea a través de ingeniosos gags, en muchos casos reducidos a una mínima expresión. A lo que se suma una elaborada puesta en escena que funciona como un mecanismo de relojería, desde las acciones paralelas entre diversos personajes en un mismo encuadre, hasta la estudiada sincronización con que se mueven las multitudes o determinados elementos, caso de los automóviles en Trafic, sin perder al mismo tiempo el equilibrio compositivo de la imagen. Retablos corales sobre la vida cotidiana, en los que Hulot es un individuo más del paisaje humano, aunque sea el hilo conductor de la historia y el detonante que desmorone la aparente estabilidad del entorno. Escenas costumbristas por otro lado enriquecidas con infinidad de pequeños detalles y matices que el cineasta observa desde la distancia, es decir, a través encuadres abiertos o vistas generales sin utilizar apenas primeros planos.

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Mi tío (Mon oncle, 1958)

Películas que Tati estructura a modo de sinfonías visuales, no sólo en cuanto a su aspecto estético, sino en el sonoro, porque son filmes parcos en diálogos en los que incluso el propio Hulot apenas emite algún que otro monosílabo en beneficio de la mímica, que es el verdadero lenguaje de expresión. Aparte de los escasos temas musicales empleados, que discurren entre estructuras jazzísticas y armonías populares francesas, el cuidado manejo del sonido adquiere una relevancia mayor, pues son los ruidos los que van acentuando los distintos golpes de efecto: pisadas, choques, porrazos, chasquidos, bocinazos, crujidos, chirridos, timbrazos, portazos, caídas, tropiezos, batacazos, roturas, reventones, desgarramientos, rozaduras, estallidos, onomatopeyas, exclamaciones, etc, que forman parte esencial de una más que calculada banda sonora muy en sintonía, si se escucha sin ver la imagen, con las propuestas atonales de compositores como Karl Heinz Stockhausen o John Cage.

Lejos del éxito de sus anteriores filmes como Las vacaciones del señor Hulot Mi tío, que fue galardonada en el Festival de Cannes y ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera, Playtime y Trafic fueron rotundos fracasos de taquilla a pesar de su indudable calidad. Y aunque Zafarrancho en el circo ofrece muestras de talento, no llega a alcanzar la brillantez de sus anteriores trabajos. Además sus fotogramas muestran a un envejecido y desmejorado Tati debido en parte a sus crecientes problemas de salud. Y aún así, el septuagenario cineasta escribió un nuevo guión, al que había bautizado con el título de Confusión. Pero la muerte no le dejó ni tan siquiera volver a encender de nuevo su pipa.

Carlos Tejeda
·  Artículo publicado en el suplemento cultural It’s Playtime [20 de julio, 2015]

* Página web oficial de Jacques Tati: www.tativille.com

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Trafic (1971)

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