UN INSÓLITO TRATADO SOBRE BRUJERÍA: «Häxan: La brujería a través de los tiempos» (Benjamin Christensen, 1922)

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Häxan/La brujería a través de los tiempos (Benjamin Christensen, 1922)
Editada en DVD por Versus.
Artículo publicado en el blog de la revista Kane 3, 23 de enero, 2009.

Al agónico Jesper el impresor un curandero le hace una prueba con plomo fundido para comprobar si el origen de su mal es causa de un hechizo: por encima del moribundo ha pasado varias veces al vuelo un cucharón con el metal derretido y después lo ha arrojado a un recipiente lleno de agua. De ahí extrae la masa informe solidificada que confirma las sospechas. Anna, la joven esposa del enfermo, conmocionada, pregunta al nigromante dónde se halla la bruja causante de tal desgracia y éste responde que puede que la vea antes de lo previsto.

Algo que coincide con el momento en que la casualidad lleva a María la Costurera a la vivienda del impresor para solicitar una dádiva. Y allí, en la cocina, cuando el cabalista ha partido, se produce el encuentro. La afligida Anna parece conocerla. Pero el aspecto desaliñado de la anciana, ignorante aún de los acontecimientos, produce temor en la mujer del doliente que, pese a ello, le ofrece un plato de comida. Ayudada por sus huesudas manos, la octogenaria ingiere el alimento con tal ansia que algunos restos salpican el contorno de su boca. Tan pantagruélica escena le lleva a Anna, influida por las palabras del curandero, a pensar que María es la bruja. Sospecha que poco después transmite al joven fraile Johannes, miembro de la Inquisición. Pero el cineasta deja entrever algo que pudo haber entre ambos en el pasado pues el clérigo, ante la presencia de ella, lucha contra un irrefrenable deseo interior.

La costurera es quizá uno de los personajes más impactantes y de mayor expresividad de Häxan aunque su aparición se reduce básicamente a dos de los siete capítulos que componen el film. El rostro lo puso Maren Pedersen, una longeva vendedora ambulante que Benjamin Chistensen[1] había encontrado en la calle. A su particular fisonomía se unió la propia actuación de la mujer que se ajustó al realismo que el director danés pretendía imprimir a la figura de la supuesta bruja. Al igual que hizo con el resto del reparto, pues casi la totalidad del elenco que participó en el film eran actores no profesionales.

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Häxan es un inusual tratado sobre la brujería en el que se combinan a la perfección el lenguaje del cine documental con el de ficción. Pero al mismo tiempo, su imaginería está concebida con un excepcional sentido estético. Y no sólo por el hecho de que subyace en ella las influencias de la pintura medieval, la renacentista e incluso el tenebrismo del XVI (Velazquez, Caravaggio, Rembrandt…), llegando en algunas ocasiones a ser verdaderos tableaux vivants, sino porque Christensen equilibra, al mismo tiempo, la mirada del pintor con la del cineasta, es decir, las estrategias estéticas con las propiamente cinematográficas: la estudiada composición de las figuras en cada plano, la mayoría de las veces en continuo movimiento, a la vez que, en muchos de ellos se ha recurrido al descentramiento, lejos de la frontalidad característica del cine de la época. Imágenes combinadas, al mismo tiempo, por medio de un calculado montaje creando una sólida estructura narrativa con una sorprendente agilidad rítmica. Atmósferas potenciadas por el empleo de una contrastada iluminación que amplifica la expresión de los propios personajes y enfatiza el aspecto siniestro de unos ambientes dominados por el oscurantismo. De hecho, Christensen no diseña una Edad Media idealizada como el caso de muchos otros ejemplos cinematográficos fruto de las influencias del Romanticismo, sino que muestra su aspecto más sórdido, austero, de podredumbre, miseria y barro, y que tiene su contrapunto en las escenas de carácter fantástico, aquellas que representan los aquelarres.

Producido bajo los auspicios de la Svensk Filmindustri, Christiensen dispuso de todos los medios al alcance de su tiempo, lo que le permitió, entre otras cosas, una minuciosa reconstrucción de la época, la reproducción de las diferentes máquinas de tortura siguiendo fielmente los modelos originales y una variedad de efectos especiales como animaciones en stop-motion, sombras chinescas o superposiciones de imágenes que contribuyeron a su enorme riqueza visual. Un trabajo que se inició en 1919 y cuyo rodaje, plagado de contratiempos, se prolongó casi dos años convirtiéndose en uno de los films más costosos del cine mudo europeo. Un film que no pasó inadvertido en el momento de su estreno en 1922, año en el que también vio la luz el Nosferatu de F. W. Murnau

Sea como fuere, el propio Chistensen se reservó el papel de diablo y, como su personaje demoníaco, mueve los hilos desde el comienzo del film ya que también es el narrador. De hecho, la primera imágen de la película es un primer plano de su rostro durante los títulos de crédito. El cineasta, que según algunos testimonios era un hombre interesado por las ciencias ocultas, se había entregado a una intensa labor de investigación antes de embarcarse en el proyecto. En un tono didáctico Häxan se abre con una introducción histórica sobre la superchería que arranca en los tiempos del antiguo Egipto. El director danés recurre a dos estrategias para ilustrar su relato: por un lado a través de las numerosas estampas y grabados que reproduce a lo largo del metraje, entre las que se pueden reconocer obras de Hans Baldung Griem, Durero o el mismísimo Goya, relacionados con este tipo de rituales. Por otro, la propia escenificación de los hechos, ambientados, en su mayoría, en la Edad Media.

Tras el preámbulo histórico, Chistensen ilustra una superstición popular en el capítulo segundo, en la figura de una doncella de mediana edad que, para conquistar a un orondo fraile glotón, recurre a los servicios de una bruja. Esta le recomienda un par de pócimas, pues la inocente enamorada se ha imaginado las consecuencias a partir de la descripción que la hechicera le ha hecho de las propiedades del brebaje. No satisfecha le demanda otro con un efecto mayor. Dos pensamientos que el director traduce en imágenes añadiendo algunos toques de humor: si con el primer bebedizo se imagina que el religioso deja la comida de lado para abalanzarse sobre ella; en el segundo, se ve perseguida por un ya apasionado clérigo en medio de un bosque.

Y luego, el tercero, cuando María la costurera es acusada de brujería. Y a continuación, en el siguiente, su interrogatorio ante la Inquisición: las torturas infringidas a la anciana hacen que acabe declarándose culpable, narrando lo que le permite su imaginación sobre sus supuestas prácticas con el Diablo. Pero también denuncia a sus acusadoras, entre ellas a la desconsolada Anna, cuyo sufrimiento recoge el quinto episodio, y en el que es obligada, por uno de los inquisidores, a que le enseñe algunos de sus poderes. Escena que contempla el hermano Johannes, impotente por no poder ayudarla.

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En el capítulo sexto el director danés filma un completo muestrario de máquinas de tortura así como su correspondiente funcionamiento. Incluso se permite una ligera broma macabra cuando, según expresa en los intertítulos, una modelo se ofrece para probar un pequeño mecanismo que sirve para presionar los pulgares de la mano, y que, con las primeras molestias la joven voluntaria esboza una sonrisa. Pero, pese a la frivolidad de la escena, así como al carácter ilustrativo de las anteriores demostraciones con los otros aparatos, las imágenes siguen resultando impactantes. Tras ello escenifica un caso de locura: la de una monja que cree que está poseída por el diablo, enajenación que la lleva a hurtar la imagen del niño de una escultura de la Virgen perteneciente al convento. Acto de paranoia, como los relatados a lo largo del metraje, que Christensen relaciona en el último capítulo, con una enfermedad moderna: la histeria. La que le diagnostica un médico a una joven viuda cleptómana que tampoco puede conciliar el sueño: lo que antes se relacionaba con la brujería y se condenaba a la hoguera hoy en día es un problema psiquiátrico cuya solución es el internamiento en un clínica.

La controversia desatada por Häxan la condenó con el tiempo al ostracismo. Hasta que fue rescatada en 1968 por la contracultura norteamericana presentando una nueva versión a la que se le redujo el metraje, se le añadió la voz en off de William Burroughs y una nueva banda sonora musical jazzística que compuso Daniel Humair [2]. Sea como fuere, Haxän es un intenso espectáculo visual impregnado de una modernidad asombrosa. Algo que Christensen nunca volvió a conseguir con sus restantes títulos.

Carlos Tejeda
Artículo publicado en el blog de la revista Kane 3, 23 de enero, 2009.
Copyright La hija de Laughton S. L. (Kane3)

[1] Benjamin Christensen (1879-1959) entre otras cosas, había sido actor teatral después de que se desvanecieran sus aspiraciones como cantante de ópera. De hecho en el cine, aparte de Häxan, participará en varias películas como intérprete siendo su papel más conocido el del pintor enamorado de su modelo en Mikael (Mikaël, 1924) film dirigido por Carl Theodor Dreyer.

Pero el cineasta danés ya se había puesto detrás de la cámara una década antes con The misterious X (Den hemmeligbedfulde,1914). A partir de ahí, y tras una serie de películas, una oferta de trabajo le llevó a Hollywood donde rodó títulos como The Devil Circus (1926) con Norma Shearer, Mockery (1927) cuyo reparto encabezó Lon Chaney, The Haunted House (1928), Seven Footprints to Satan (1929) o House of horror (1929) estas tres últimas protagonizadas por Thelma Todd. A su regreso rueda cuatro largometrajes más que no obtubieron demasiado éxito, completando una fillmografía como director de algo más de una quincena de títulos.

[2] El quinteto que interpreta la música son: Jean-Luc Ponty (violín), Bernard Lubat (piano), Michel Portal (flauta), Guy Pedersen (Bajo) y Daniel Humair (percusión).

Ficha técnica:

Häxan/La brujería a través de los tiempos (Benjamin Christensen, 1922)
Producción: Svensk Filmindustri.
Director y guión: Benjamin Christensen.
Fotografía: Johan Ankarstjerne.
Dirección Artística: Richard Louw.
Montaje: Edla Hansen.
Intérpretes: Benjamin Christensen (el Diablo), Ella la Cour (Karna la Bruja), Emmy Schonfeld (su ayudante), Kate Fabian (Doncella), Oscar Stribolt (monje glotón), Wilhelmine Henriksen (Apelone, una pobre anciana), Astrid Holm (Anna), Karen Winther (su hermana pequeña), María la costurera (Maren Pedersen), Elith Pio (Johannes), John Andersen (Padre Henrik), Herr Westermann (Rasmus el verdugo), Clara Pontoppidan (La monja), Tora Teje (cleptómana).

2 pensamientos en “UN INSÓLITO TRATADO SOBRE BRUJERÍA: «Häxan: La brujería a través de los tiempos» (Benjamin Christensen, 1922)

  1. Haxan,-plagiada descaradamente en La Noche del Cazador de Laughton, El Resplandor de Kubrick y en Los Cuentos de Canterbury de Pasolini-, es una puta obra maestra, una de las mejores películas de la historia del cine, quiero ver mas películas de este director.
    Como actor Christensen también me gustó mucho haciendo de artista homosexual decadente en MIKAEL de C. T. Dreyer y el diablo de Haxan.

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